lunes, 20 de diciembre de 2010

Que la belleza sea contigo…




Nada hay más gratificante que la belleza te coja por sorpresa. Como la felicidad, el amor y otras aspiraciones o inspiraciones, la belleza, la verdadera belleza, es un estado de conciencia y una percepción fugaz y, desde luego, subjetiva. No existe lo bello o lo feo en sí mismo, sino lo que nos seduce o nos produce rechazo, aquí y ahora. Lo contrario sería el estereotipo, que tiene mucho que ver con la estupidez, la manipulación, los gustos sociales o la dichosa moda.
Un rayo de sol colándose por una rendija, una gata amamantando a sus crías, una sonrisa precisa, preciosa e irrepetible... La belleza se manifiesta y es espontánea y gratuita; nos busca en el laberinto de las afinidades y, cuando por fin da con nosotros, nos toca y nos abduce; coquetea con nuestra sensibilidad y acaricia apaciblemente nuestros sentidos.
Lo bello, sin embargo, se fabrica y requiere de continuo mantenimiento y agotadora entrega para sostener lo insostenible; y trata de convencernos, con malas artes y dudosas expectativas, que sometidos a su poderoso influjo seremos más felices. Así que si  la belleza te sorprende, relájate y disfruta. No sucede todos los días.
                                                                                                                                                                                           

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